En septiembre del año pasado tuve ocasión de asistir al evento The Maestros celebrado en el Palacio de Vistalegre de Madrid. Morante de la Puebla, El Juli y Finito de Córdoba, que sustítuía a Talavante como consecuencia de una cogida, compartían cartel en una corrida diferente por muchos motivos.
Me llamó la atención el perfil de edad, bastante más bajo del habitual, algo que sin duda es motivo de celebración y sobre todo de felicitación a la parte organizadora. Muchos aficionados en el graderío, pero también muchas personas que iban por primera vez a los toros, convencidos por una apuesta diferente. Muchos de ellos no volverán, pero si lo harán muchos otros que descubrieron ese día el arte de la tauromaquia.
Uno de los motivos por los que aquel evento fue diferente fue por la gran cantidad de disciplinas artísticas y culturales que se concentraron en el ruedo, quizá una de las más importantes, la música.
No creo que sea capaz de olvidar el maravilloso momento que vivimos con Morante toreando su primero, mientras la Orquesta de la Comunidad de Madrid interpretaba el pasodoble taurino, Gallito.
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