Ser Morantista es una afición de
riesgo, os lo digo yo que he estado a punto de perder los ojos en varias
ocasiones intentando ver lo que no había y la cordura tratando de entender lo que no veía. Que uno sabe que Morante es arte, es pasión, es verdad, es toreo puro…
pero puede pasarse la vida asistiendo a sus corridas y no verle más que fumarse
un puro entre toro y toro, eso si, con arte y pose de retrato goyesco, porque
cuando uno es artista, lo es hasta apoyando los brazos en el burladero.
Si a Morante no le gusta su toro,
señores, utilizando el argot automovilístico, no pestañeen que se pueden perder
la faena entera, pero si tienen la suerte de asistir a uno de sus faenones,
tampoco pestañeen, porque el tiempo se detendrá, cada instante será arte y perderselo un pecado capital.
Y cuando alguien es arte, lo es
en la plaza y fuera de ella, y ahí, en la calle es donde, siguiendo con el
uso metafórico de los músculos oculares,
Morante deja ojiplático al personal cada vez que se deja ver, porque para estilo, el suyo!
- Hoy voy a ponerme una americana roja, una camisa rosa chicle y un fular de pata de gallo.
- ¿¿Comoooo? ¡¿¿¡No pensarás salir así de casa verdad??!!??
- ¡¡¡¡Que soy Morante de la Puebla!!!!
- Aaaaaah! Perdón!
- ¿¿Comoooo? ¡¿¿¡No pensarás salir así de casa verdad??!!??
- ¡¡¡¡Que soy Morante de la Puebla!!!!
- Aaaaaah! Perdón!
¿Y los estampados? ¿Venden camisas con esos estampados? En efecto, las venden, y no hay que rebuscar mucho para encontrarlas, pero probablemente cuando el común de los morales las vemos en un escaparate pasamos de largo, porque... ¿como voy a ponerme yo eso? Pues así es, mejor no te lo pongas porque las comparaciones son odiosas y para lucirlas con ese arte hay que ser Morante, que no Morantista.
Las americanas de terciopelo le dan un aire barroco que encaja a las mil maravillas con su toreo y su personalidad. ¿Le habéis oído hablar? Morante tiene una conversación churrigueresca que sería imposible combinar con una camiseta de algodón, él necesita terciopelos y camisas con chorreras.
Tan acostmbrado como está a pasear con la montera, parece que no concibe la vida a descubierto, y es más que frecuente verle con cualquier tipo de sombrero fuera de la plaza.
Pero después de todo es un torero, y los toreros no dejan de serlo cuando están fuera del ruedo. Si te cruzas por la calle con alguien que ha reinterpretado el capote con una camisa y un fular, probablemente sea torero, aunque lo más seguro es que sea MORANTE DE LA PUEBLA.
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