Soy Sabinera, desconozco en qué
momento de mi vida me convertí a esta religión, porque en todos los largos
viajes de vacaciones de verano que soy capaz de recordar, me veo a mi misma
cantando por Sabina mientras veía por la ventanilla del coche cómo íbamos
dejando atrás un toro de Osborne, y otro, y otro... y nos daban las diez y las once,
y las doce y la una y… al final llegábamos a destino. Taurino se nace… ¿Sabinero también?
Hace unos días tuve la suerte de
asistir a un concierto de Sabina, en su
gira homenaje a uno de sus mejores
discos, 19 días y 500 noches. Incluida en ese disco está la canción “De purísima
y Oro”, que a través de la figura de Manolete narra la vida durante la
posguerra, y aunque he ido a muchísimos conciertos de este grande, nunca había
tenido ocasión de escucharle esta canción en directo.
Taurino confeso y convencido, Joaquín Sabina siempre ha dicho
que de ser animal hubiera sido toro de lidia, “No hay animal al que se cuide
mejor y, si es indultado, se pasa la vida fornicando con vacas”, y que lo de
ser cantante es cobardía… ¡el quería ser torero! Seguidor de grandes toreros
como Talavante, nunca pierde ocasión de hablar de su debilidad por José Tomás.
Y antes de dejaros libres para disfrutar
de este viernes he de hacer una puntualización. En la tauromaqia
los colores tienen nombres particulares, y mientras leía por la red algunas
cosas acerca de esta canción, he comprobado como hay quien da por hecho que ese
“De purísima y oro” se refiere a un traje de luces banco. ¡¡No!!
El color purísima se refiere al azul claro, y se denomina así porque es muy similar al color del manto con el que se suele representar a las vírgenes en las pinturas clásicas.
Taurinos y sabineros, feliz fin de semana a todos!!
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